Estado de soledad. Estado de no estar. Así es como estoy. Sin ti. Tragarme el orgullo y hablar contigo como si nada, callarme la boca, por no decirte te quiero. Mirar a otro lado, para evitar las ganas de besarte. Verte a lo lejos, y sonreír. Te acercas y me abrazas, y yo, tiemblo. Sí, a éstas alturas. Tiemblo. Cada vez que te veo. Cada vez que te acercas y sobre todo.. cada vez que rozo tu piel. Esa piel tan suave, que tantos besos míos lleva tatuados.. Esa piel que se ponía de gallina en los momentos de pasión, que se enrojecía en los momentos de calor. Esa piel que me se de memoria, la que se ve y la que no se ve.. Esa piel perfecta, clara, brillante. El mínimo contacto me hace recordar mil cosas, mil besos, mis caricias prohibidas, mis locuras.. Y sin poder evitarlo, pienso en ti. En tu piel desnuda. Y en lo que nos gustaban esas caricias en la espalda. Esas caricias que tanto me hacen falta, tumbados en cualquier lugar, suaves, relajantes, con amor.. Esas caricias que hacían que hasta nos durmiéramos en el sofá, caricias que nos hacían estremecer de amor.
Vaya, cuánto lo echo de menos, y cuánto las necesito.
Y yo aquí sigo, pensando en ti, en tu piel, en tus caricias.. en volver a verte, volver a temblar, volverte a mirar a los ojos..
Esperando a tener un rato a solas, para poder abrazarte con ganas y mirarte, y comer chocolate, como antaño..
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